Contador le cede el protagonismo a Armstrong

Contador le ha dado razones de sobra a Armstrong para que se le suba a la ‘chepa’. El error de no cuidar sólo a Luis León Sánchez en la penúltima etapa de la París-Niza y cebarse con todos los que estaban a su lado, le costó el triunfo final y le trajo algunos problemas. Primero porque fue él mismo quien echó por la borda una carrera que a estas alturas del partido es una inyección intravenosa de motivación y un parámetro que mide la condición de algunos ciclistas con vistas al Tour. Contador la dejó escapar atraído por la ambición de ganarlo todo, a sabiendas de que no tenía al mejor equipo de Astana cubriéndole las espaldas. Ese error era lo que necesitaba Armstrong para abrir fuego. “Tiene mucho que aprender, es demasiado nervioso, no cabe duda de que es el mejor del mundo, pero puede aprender de mí y de su director (Johan Bruyneel). Yo sé mucho sobre ciclismo y Johan también”.

 

Armstrong es un viejo lobo de mar. Ganó siete Tours de Francia, marcó época, fue un líder nato, demostró poseer un espíritu de competición excepcional. Pero a día de hoy no está a la altura de los grandes del ciclismo por edad, por condición física y por falta de ritmo. Tiene méritos suficientes para aconsejar a sus compañeros. Eso sin duda, sin embargo, Contador, que pecó de ingenuo, que no conocía el sabor de la derrota en las carreras por etapas porque las había ganado todas, debió refugiarse en la prudencia y nivelar su ambición, porque ahora Armstrong puede salir fortalecido y, aunque no le quitará el liderazgo de Astana, cobrará relevancia de cara al Giro. Y si hace un buen papel en Italia, su hambre de triunfo será la de un león que ha dormido día y noche y le ha llegado la hora de comer.

 

Lo cierto es que ese error puede transformarse en aprendizaje. Se dio cuenta de que no es invencible. Aprendió que una sobredosis de ambición no beneficia, perjudica. A su vez, vio como otro español, Luis León Sánchez, del Caisse d’Epargne, corrió con más inteligencia, le superó al final del túnel, desde donde ya se percibe la meta. Esa también fue una lección. Como también lo será escuchar los ‘consejos’ de Armstrong, que él mismo provocó al cometer un error en París. La buena noticia después de todo, es que otro español se quedó con el maillot amarillo.